Los arándanos aportan antocianinas, las zanahorias ofrecen betacarotenos y las manzanas verdes contienen pectina. Estos compuestos antioxidantes trabajan en sinergia para neutralizar los radicales libres en el cuerpo, protegiendo así las células del daño oxidativo. Esta acción antioxidante puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares, cáncer y enfermedades neurodegenerativas.

Los arándanos contribuyen a mejorar la función de los vasos sanguíneos y reducir la presión arterial. Las zanahorias ayudan a regular la presión arterial y promueven la salud cardíaca al contrarrestar los efectos negativos del sodio en el cuerpo. Por su parte, las manzanas verdes pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL y estabilizar los niveles de azúcar en la sangre, lo que también es beneficioso para la salud cardiovascular en general.

La combinación de fibra soluble de las manzanas verdes y otros compuestos presentes en los arándanos y zanahorias puede promover la salud digestiva de varias maneras. La fibra soluble actúa como un prebiótico, alimentando las bacterias beneficiosas en el intestino y manteniendo un equilibrio saludable de la flora intestinal. Además, la fibra soluble puede ayudar a regular los niveles de azúcar en la sangre y reducir el colesterol LDL, lo que contribuye a una mejor salud digestiva y cardiovascular en general.